De Paco Pérez Valencia se pueden decir muchas cosas. Desde que es un pintor que escribe, como lo define Fernando Iwasaki, hasta simplemente y llanamente que es una buena persona. Y esto último es algo que le define en su obra, tanto pictórica como narrativa, desde sus inicios artísticos. Alguien que cree en el ser humano no puede ser inmune a lo que ocurre en culquier parte del universo. Paco no mira para el otro lado y de ahí que brote esa inquietud que traslada con su obra, con sus colores, con sus palabras, con sus ideas. Lo hizo muy joven con una perfomance en la principal calle de su Sanlúcar natal durante la guerra de Bosnia y ahora nos muestra un puzzle (ir)resoluble en el que destapa el papel del pensamiento, de la intelectualidad, de los que saben cómo decir, sobre algo tan trivial como la existencia.
El Gran Atlas de la desorientación, que así se llama esta obra de algo más de 224 páginas publicada por Renacimiento, es una invitación a conocer las ideas de intelectuales de todas las épocas, fruto de sus conversaciones dispares sobre asuntos trascedentes e intrascendentes.
“Durante once años me dediqué a recoger recortes de prensa en los que salía un intelectual. Porque yo me cabreaba: ¿Dónde están los intelectuales en medio del sufrimiento que estamos viviendo, de los refugiados, de la pateras, de la guerra? ¿Dónde están que no alzan la voz”, explica Paco Pérez.

“Yo, tan admirardor de los años 60, empecé a recortar con la idea de hacer una reflexión ensayística, pero a medida de que fui anotando cosas me di cuenta de que estaba como en un gran banquete en el que todo el mundo habla al mismo tiempo y miras en cualquier dirección, y escuchas, y empecé a mezclar gente viva con gente muerta. Y al final acabé en un palacio de cristal, una idea loca de un alemán, Bruno Taut, de los años 20, en una casa alpina, donde encuentras a gente de todo tipo, y empiezas a acercarte y a escuchar conversaciones, hablan del mundo, de la vida, de la muerte, de persistir con su lenguaje, de la banalidad del espectáculo del arte… Es una obra de ficción en la que todo lo que se dice ha sido de verdad. Es un atlas”.
“A veces la realidad está interconectada con cosas que no vemos, quién dice que no estamos conectados con cosas que parece que no hemos vivido”, agrega el autor, que deja que en los esquicios aparezcan tristes episodios de la Humanidad. “Gaza parece en varios momentos”, por ejemplo.
¿Quiénes hablan? “He hecho un recuento y aparecen 52 personajes, y en esa suma de banquetes, de pequeñas reuniones, se mencionan más de 90 nombres, desde Aristóteles a Homero, hasta autores de teatro reciente, como el dramaturgo Ricardo Hiniesta”.
El libro está compartimentado en tres capítulos, pero el central, que es el más grande, “es el que sustenta el banquete, y esas conversaciones daban pie a pequeñas incursiones del relato con el título, por ejemplo, Ojos de foca, para referirme a Gunter Grass. La primera parte es un viaje agónico en un vagón de ganado que podría ser en cualquier lugar en el que expulsamos a gente, pero es verdad que huele a los viajes de Auswicht. En la parte central, en el lado mas amplio, no hay principios ni final, termina en una conversación entre Primo Levi y Jean Améry, dos supervivientes del Holocausto, los dos hablando de la dicha y la desdicha, de la vida y la muerte, del suicidio. Y la última parte, lo que debía ser cronológicamente el principio, es cómo se llega al palacio, y de alguna manera, a Auswicht, una especie de realidad imposible, es el destino».
La portada del libro es de Luis Gordillo. «Se la pedí, por cariño especial, me permitió elegir, la editorial no lo veía claro, hay una pieza poliédrica como un espejo roto… Me parecía un acto de amor y se parece mucho a lo que quiero contar esa imagen fragmentada, llena de aristas», apunta.
Este pintor tiene en la escritura otra salida natural, «porque cuando estoy en el estudio y llevo varias piezas a la vez llega un momento en el que se saturan por humedad, por contenido, y no puedo seguir, y me pongo a escribir. Sigo llevándome a casa esa idea de crear pequeños atlas envasados, voy recortando cosas que me parecen interesantes y las veo como un turista cultural, por eso leo, escribo, rompo, tratando de mantenerme enganchado a pesar de las interferencias».
El Gran Atlas de la desorientación se presentó este verano en Sanlúcar, y este domingo 27 de octubre lo hará en la Feria del Libro de Sevilla (FLS 2024) junto a Fernando Iwasaki. Será a las 20.00 horas en el Espacio Antonio Machado.
Esta revista también le debía modestamente a Paco Pérez Valencia un pequeño espacio.
